Bien pudo atribuir ese cambio a cualquier vaga excusa dicha a su familia, amigos, conocidos, etc. Le dolia en el alma mentir. Solo ella sabia que aquella depresion se debia a causa de su separacion.
Tan fragil como obstinada, su mente de niña no podia (ni queria) comprender la situacion y simplemente sentada sobre su cama se dedicaba a escribir, perdon, a escribirle cartas que nunca seria leidas. Tal vez por verguenza, tal vez por miedo, el punto era que nunca llegarian a su destinatario.
Miro el reloj, apenas eran las 12 y media, el tiempo le parecia eterno. Penso en llamarlo, una y otra y otra vez, la idea le daba vueltas en la cabeza; se resistio y trato de convencerse a si misma de que el no estaria. Tanto mas reprimia esas ganas, mas lento se le pasaba el tiempo. ¿Que pasaria si lo llamara? Esa pregunta, junto con la fantasia de que el estaria esperando del otro lado, acechaba todos sus pensamientos...
[Este cuento lo escribi el 26 de noviembre de 2008, es un cuento sin final, pero mas de uno puede haber que me puedan recomendar uno]
